Una madre llevó a su hijo de seis años a casa de Mahatma Gandhi.
Ella le suplicó:
– Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar. Es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí ya no me hace caso y sufro por él.
Gandhi reflexionó y dijo:
– Lo siento señora. Ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.
La madre insistió:
– ¡Por favor! Tiene que decírcelo ahora. Es muy peligroso que lo siga haciendo.
Gandhi, sereno, respondió:
– En este momento no puedo hacerlo. Pero si vuelve en quince días quizás sea distinto.
Sorprendida y desilusionada la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido.
Quince días después, volvió con su hijo. Ghandi miró al muchacho a los ojos creando una gran conexión y le dijo:
– Niño, deja de comer azúcar.
Agradecida, pero extrañada, la madre preguntó:
– ¿No podía haberselo dicho hace quince días? ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después?
Gandhi respondió:
– Porque hace quince días, yo todavía comía azúcar.
Extraído de El Rompecabezas del Éxito de Bob Proctor
No te lo pierdas
Buenos Aires BZ con Julio A. Rembado
PODCAST: Radio de Babel – Programa N° 2: El último podcast de 2018
LIBROS: Cinco títulos sobre el Holocausto